sábado, 20 de junio de 2009

El método a medida

Los métodos de trabajo, los estilos de conducción, son como los trajes, se ciñen a una figura, uno se mira al espejo y se siente además de cómodo, elegante.

Después vienen las características personales, la impronta, los grados de obsesíón para admitir lo perfecto de un detalle, cierta conformidad para que no tenga la forma que queremos.

Cuando forzamos situaciones y no la vivimos con naturalidad, se nota, como se nota el calce de las ombreras, algunas arrugas que surgen al abotonar el saco que acabamos de ponernos.

No es bueno querer aplicar soluciones de manual, conceptos teóricos que no incorporamos, pretendiendo que la fórmula nos garantice un éxito inmediato. Quienes reciben el mensaje notan que como a quien no maneja con conocimiento un idioma nuevo, las palabras fluyen desarticuladas, sin orden, claridad ni coherencia.

Muchos líderes, pretendiendo agradar, lograr empatía con sus dirigidos hacen preguntas personales sin sentirlas, porque alguna vez escucharon o leyeron sobre la importancia de entablar conversaciones por fuera de la cultura de la organización donde trabajan.

Nuestros dirigidos aprenden a conocernos los gestos, e incluso, si alcanzamos el punto de su preferencia en cuanto a estilo de conducción, es posible que hasta nos imiten un poco, como alguna vez nosotros imitamos a quienes fueron nuestros referentes.

Es saludable y estimulante ver como se plasma una idea, como se construye poco a poco, como se enriquece con el aporte del toque personal de quien aplicó la receta pero le agregó sabores que sofisticaron las señales del paladar.
El traje que utilizaremos como lìderes se irà confeccionando con el tiempo, con mucho trabajo y dedicaciòn, con un anàlisis y un repaso del camino trazado, ajustando los detalles que lo hacen còmodo y a la vez elegante.

lunes, 15 de junio de 2009

Narices Rojas

En las reuniones generales quincenales practicábamos algunos ejercicios con el objetivo de entrenar, crear situciones, una especie de simulador de vuelo instalado en un ambiente común a todos.
En ese espacio no había límites para las actividades que se pudieran desarrollar.
Una noche, realizamos un ejercicio que había aprendido en una clase de clown con Cristina Moreira.
Invitamos a pasar a uno de los integrantes del equipo y le pedí que nos contara a grandes rasgos su historia personal. Este hombre empezó entrecortado, tartamudeando, con muchas vacilaciones. Lo dejé aproximadamente tres minutos que seguramente para él fueron una eternidad. Lo interrumpí. Le acerqué una máscara que tenía preparada y que le cubría el rostro en forma completa. Le pedí que continuara. Empezó otra manera de narrar desde allí. Con gestos, chistes, sin dudas. Le agradecí y lo invité a sentarse nuevamente con el resto.
Le pregunté al equipo qué había notado. Y habían notado la diferencia entre contar sin la máscara y el relato con la máscara colocada.
Tomé una bolsa que tenía con narices rojas de payasos y les dije: "esta es la máscara más pequeña que existe. Vamos a colocárnosla todos y terminar la reunión de ventas con ellas puestas"
La reunión fue otra distinta con cada uno de ellos con su nariz roja.
Al finalizar les propuse ir a cenar.
Fuimos con las narices rojas colocadas. Al entrar al restaurante 20 tipos ya grandes, con narices de payasos, el mozo dudaba en atendernos.
Un integrante se quedó sin cigarrillos y pidió si para ir hasta el kiosco podía quitarse la nariz. Le dijimos que no. Cruzó la avenida y desde el kiosco nos señalaba a nosotros que lo veíamos tratar de convencer al kiosquero que le abriera la ventanilla para atenderlo.
Cenamos y conversamos con las narices puestas.
Sugerí que tuvieran sus narices en los maletines, que éstas podían ser de muchísima utilidad en algún cliente donde se necesita cambiar la orientación de la comunicación, distenderla, sorprender para desviar el curso.
Fue hace unos años y no teníamos en los equipos de radio cámara digital incorporada para dejar reflejado ese momento.
Con seguridad puedo admitir que las narices oficiaron de mojón en la ruta de nuestro trabajo como equipo.