Nadie mueve un pie en una caminata sino cuenta con un disparador genuino como impulso.
Como cada ser humano responde a estímulos diferentes, la ardua tarea del coach es interpretar, escuchando con atención a su dirigido, cuáles son los verdaderos resortes que impulsan a esta persona a ponerse en marcha o acelerar su ritmo.
Nefastamente inspirados por la remanida frase “por la plata baila el mono”, muchas organizaciones apelan a los premios como incentivo confundiéndolos con la motivación.
Nadie niega que en pos de una mejora en los ingresos mucha gente pone especial atención en una tarea sabiendo que ésta es mensurada para alcanzar un objetivo y premiar dicho logro.
Lo cierto es que la gente hace el esfuerzo por alcanzar la meta y su motivación es tan temporal como la estadía de los billetes que reciba en la palma de su mano. Son métodos a corto plazo, muy efectivos en equipos de alta competencia donde la meta es un trofeo, una medalla, una posición de privilegio en el ranking.
Cuando uno trabaja en una compañía, el festejo sobre un logro alcanzado dura cinco minutos. Pasado ese lapso, se piensa en el próximo.
Por eso el mensaje debe tener, además de consistencia (no sirve de mucho adular a una persona sin fundamento sobre sus verdaderos valores, porque se percibe rápidamente la debilidad del mensaje) una correlatividad en el tiempo.
En mis cursos percibo los gestos de sorpresa cuando detallo el abanico de posibilidades que en este campo ofrece la tecnología. Desde un mensaje de texto a un video enviado por Internet.
Circulan por la web cientos de archivos en distintos formatos: power point, videos, etc que pueden potenciar un mensaje motivador. Algunos de ellos, como el estupendo monólogo de Al Pacino a un equipo de fútbol americano antes de salir al campo, se encuentran en este blog.
Aunque soy partidario de la conversación directa, muchas veces no tenemos una real dimensión del efecto que propicia en un dirigido un mensaje oportuno.
Acá dejo dos que he recibido en los últimos días y fueron reenviados a mi equipo.
Los pavos no vuelan: