sábado, 14 de septiembre de 2013

La taza me distingue

La empresa donde trabajo cumplió 80 años en el país y dentro de los souvenires que conmemoran el festejo, entregó a cada empleado una taza con el logo del cumpleaños y el nombre.
Todas las tazas están dispuestas para los empleados en la mesa de la cocina. Mi taza no. Mi taza me aguarda todas las mañanas lista para ser usada en mi escritorio. 
Como observador de los detalles, me pregunté porqué todo el mundo tiene que ir a la cocina a buscar la suya para desayunar y yo en cambio, llego, enchufo mi laptop y tengo la taza pronta para ir a servirme un café.
Cuando las oficinas estaban en el centro, a veces me topaba con una mujer que trabajaba como personal de limpieza contratada. Esto no sucedía a menudo porque por lo general, los horarios en que estas personas hacen su trabajo son fuera del horario del movimiento general de empleados.
Soy una de esas personas que trata a todo el mundo por igual, que no hace distinción de rangos, jerarquías, condición social ni credos. Cada persona merece la misma atención, el mismo respeto, el mismo cuidado, algo que debería ser ley y sin embargo es casi excepción. Porque el respeto y la consideración se ganan brindándolos.
Esta mujer un par de veces me contó sus problemas, alguna vez recibió de mi parte un punto de vista, alguna vez la despreocupé de temas que la agobiaban.
La empresa para la que trabaja la envió también a nuestras nuevas oficinas para que siguiera cumpliendo sus funciones con el mismo cliente.
Esta mujer se dio cuenta cuál es mi escritorio aunque en él no haya nada que lo identifique como propio, quizás el desorden.
Esta mujer todas las tardes, aunque yo no haya vuelto a encontrarla en las oficinas que ocupamos ahora, lava mi taza y la coloca con una servilleta sobre la boca en mi escritorio.
Es un mensaje.
Es una señal de distinción, de agradecimiento, de cortesía, sencilla y notable a la vez.
Es un guiño de aprobación, una calificación que no formará parte de mi legajo. Pero es de las mejores que he recibido.

7 comentarios:

  1. que hermoso esa taza aunque este vacia, sienpre estara llena Ale Fidalme

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  2. Molo querido el mensaje es:
    "Vos sos el mas jefe de todos los jefes"
    "Vos sos mas que un jefe..."
    hay que tener con que querido,
    y a vos...
    te sobra

    te abrazo!
    GB

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    1. Gracias Gustavo. Tu mensaje es para armar una placa y tenerla en el escritorio!!!! Abrazo

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  3. Hola Molo.
    Es interesante lo que publicaste.
    Te comento que yo voy siempre a la cocina para servirme café.
    Sòlo lo llevan a mi oficina cuando tengo una visita...Cuestiòn de principios......
    Un abrazo.
    Claudio de Pizzini

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    1. Entiendo, Claudio, porque te conozco, que estoy tratando con un caballero. Yo se que vos escuchás a las personas. Por fuera de las cuestiones de rango, hay personas que no dialogan con personal ajeno a su compañía.

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  4. Mis comentarios te los envié a través de tu blog.
    No estoy seguro si los recibiste.
    Son estos:
    FELICIDADES AMIGO por ese carácter tan humanitario que bien dices todas las personas merecen el mismo respeto sin importar rango social, credo, jerarquías.
    Tu mensaje me recuerda un correo que recibí hace tiempo.
    Se trataba de un profesor que en el momento de un examen les dio a sus alumnos 10 preguntas sobre su materia. Aclaró que nueve de ellas sobre su materia valían 20%. La pregunta número 10 valía 80%.
    Esta décima pregunta era: ¿Cuál es el nombre de la señora que hace la limpieza en nuestro colegio y que la ven diariamente?


    Cuán cautos debemos ser con todas aquellas personas que cruzan nuestro camino. Todas ellas son muy valiosas sobretodo las que de una u otra manera nos brindan un servicio.
    Tratar de ser humano es luchar por ser divino.
    Un gran abrazo humano.

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