Desde
julio de 2008 hasta junio de 2012, Josep Guardiola fue el entrandor del FC
Barcelona, con el que ganó de manera consecutiva, los seis títulos a los que
aspiraba el equipo (la Copa del Rey, el título de la Liga, la Liga de Campeones
de la UEFA, la Supercopa de España, la Supercopa de Europa y el Mundial de
Clubes. De este modo, Guardiola se convirtió en el primer entrenador de fútbol
en el mundo en conseguir seis títulos oficiales en un mismo año.
Esto
dice el programa de la charla que brindó Guardiola en el Luna Park.
No dice
que este equipo fue el que nos ha maravillado con su fútbol. El que nos ha
llenado los ojos.
En el
escenario, estaban dispuestos los sillones como en un living. A su izquierda
Juan Pablo Varsky, un rato Guillermo Francella y otro rato, como invitado
Gerardo Martino.
Yo le
presto especial atención a tipos como Guardiola. Dirigen un grupo compuesto por
personas diferentes con habilidades y funciones distintas. Tiene que
amalgamarlos, administrar sus egos, protegerlos de la depredación de la prensa.
Porque está claro que cuando se repasan los momentos de la victoria son
argumentos. En la derrota son excusas. Y el éxito, solamente el éxito es lo que
mantiene a un entrenador en su puesto.
Según
Del Bosque refiriéndose a los jugadores: “Nosotros pensamos en ellos. Y ellos
piensan en ellos”
Sus
perlas:
“Cuando se planifica un partido, el jugador espera que
se le diga que va a suceder y cómo puede sacarle mejor provecho a la situación
con su juego”. La lectura de Guardiola, siempre precisa, hizo que
creyeran ciegamente en lo que transmitía.
“Claro que hay preferidos. Uno cuenta con jugadores
como Mascherano, que interpretan inmediatamente lo que uno quiere transmitir y
lo aplican a la perfección. Siempre quiero contar con él en cualquier equipo”
“Todos nosotros buscamos que nos quieran. No alcanza
el éxito deportivo, el dinero, los flashes. En el fondo buscamos ser
reconocidos y queridos”
Cuando uno dirige negocia. El otro quiere saber cuál
va a ser su rédito por cumplir la función que le pide su entrenador. Y uno
tiene que explicarle y convencerle de porqué rendirá más. Al jugador le interesa destacarse.
En todo equipo cuando hay un jugador que hace la
diferencia, cuando se elige que reciba la mayor cantidad de balones porque su
potencial es superior y con él, el equipo entero mejora, el campo de juego
termina dando el veredicto sobre si esa decisión fue la correcta.
Las victorias inspiran confianza y de alguna manera le
dan la mano a otras victorias.
¿Cómo
hiciste para convencer a Mascherano que jugara de central? Le dije juegas ahí o no juegas (risas en la sala) Analizamos que por sus características, podía claramente cumplir ésa función. Cuando se adaptó fue brillante. Me gusta dialogar con los jugadores
pero soy yo el responsable de tomar la decisión final de quiénes entran al
campo y cómo tendrán que jugar.
Martino
contó que sale campeón con Newells y lo llaman del Barcelona. No había tiempo
para planificar ni hacer temporada. Tenía que tomar la decisión de aceptar de
manera rápida. Guardiola estuvo de acuerdo y dijo: “Cuando te llama el Barcelona tienes que ir nadando”
Con
Francella compararon la función del entrenador de un equipo y un director
cinematográfico. Aceptamos nuestro papel y confiamos que el director eligirá
las escenas y editará, lo que hará una obra que puede parecerse o no a lo que
pensamos.
Cuando
se habló de la dirección en teatro y el rol de cada actor, Guardiola remató: “Es importante que el actor secundario
entienda que ése es su papel y no quiera ocupar el de protagonista”
Este
hombre es creíble y querible. Su poder de comunicación y transmisión de las
ideas, su elocuencia, su método, su respeto por el dirigido convencen. Y no existe
fuerza capaz de oponerse a un grupo de personas que están convencidas de lo que
hacen.
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