La pantalla del celular anunciaba que era su jefe el
que llamaba. Contestó haciendo notar su sorpresa por esta comunicación un
sábado al mediodía, y del otro lado escuchó: No te llamo por asuntos laborales.
Te llamo para saber cómo andan tus parciales.
Había dejado la Facultad, a punto de recibirse, hacía
diez años. Un combo de situaciones, de esas que nadie espera, explotaron en su
cabeza y dijo basta. En marzo de este año retomó los estudios y se dio cuenta
que los dos finales de una década atrás, se convirtieron en seis este año. Y
allí fue, volviendo al camino, impulsado por la compañía incondicional de su
novia y la valoración de sus profesores a sus condiciones y esfuerzo. Alguna
gente llama a eso estímulo. Ordenando en escala esos estímulos, su jefe ocupaba
el tercer escalón. En líneas generales, los jefes no solo evitan involucrarse
en estos temas sino que además los descartan de su agenda y de su relación con
el dirigido.
Es un error.
El ser humano que tenemos que coachear no es uno de
8.30 a 17.30 y una persona muy distinta después del horario laboral. Sigue
siendo el mismo. Y si tiene inquietudes de formación, hobbies, una búsqueda,
también eso habla de él como el empleado que conocemos de 8.30 a 17.30.
Un estudio terciario, una carrera vinculada a las
artes, a la educación, son muy buenas señales a tomar en cuenta sobre una
persona que se moviliza, que evita el circulo de baba que teje
imperceptiblemente la rutina. No es bueno que un empleado haga las mismas cosas
todos los días, que cumpla tareas como un rito, que repita conceptos de
memoria, como aquellos que en la iglesia repiten como loros los salmos y los
Amén, sin incorporarlos ni sentirlos.
El cerebro funciona mejor estimulado. El hombre se
levanta mejor dispuesto cuando siente que ha podido, que puede, que podrá. Si
todo se transforma en movimientos mecánicos previsibles, lo transformamos en un
autómata, en un buen robot, en un eficiente empleado, absolutamente
deshumanizado.
Es mucho más fácil para el trabajo de un líder cuando
se genera naturalmente una corriente de afecto con el dirigido. Se hace más
fácil recordar ciertos temas importantes de la vida del tipo que tenemos la
suerte de guiar. Como contrapartida, se sufren de otra manera las decepciones.
Sobre este tema en particular se detiene y profundiza el libro sobre Guardiola,
cuando cuenta lo que le han dolido algunas perfidias, los desencuentros, las
distancias, los alejamientos. El que se involucra agrega un plus que puede
salirle más caro.
Yo estoy a favor de las relaciones sin fronteras con
los dirigidos, aunque algunos señalen que es peligroso cuando no se tienen en
claro los límites, cuál es el mojón de la confianza, donde termina lo que
esperamos del otro.
No es casualidad que la gente con inquietudes
creativas tenga las propuestas más innovadoras, más revolucionarias. Por eso
hay que alentar a quienes las desarrollan.
Tratamos con personas. Cada una de ellas tiene un
universo propio y bien definido. No vamos a explorarlo como una nave espacial
para saber la composición geológica de la última galaxia, pero sabremos en qué
dirección está la luz y en cual la sombra.
Estoy de acuerdo "El cerebro funciona mejor estimulado"
ResponderEliminarMuy bueno